En Marruecos, las bebidas alcohólicas están reservadas desde hace años a los «extranjeros», aunque la realidad es otra: el ministro de Justicia, Abdellatif Wehbe, quiere modificar el Código Penal.

Por Miriam Amzab y corresponsal en Marruecos, Miriam Amzab
QuintoEl viernes por la tarde, a las 23:00 horas, darán comienzo las festividades en el distrito Al Hassan de Rabat. La calle Patrice Lumumba, conocida por sus bares y discotecas y frecuentada por miembros de la clase media marroquí, se está volviendo popular poco a poco. En The Jefferson, un legendario club nocturno al final de la calle, la velada apenas ha comenzado y Yasin, un habitual de treinta años en el lugar, está brindando con varios de sus amigos. «¿Despenalización? ¡Claro que estoy a favor! Estamos hartos de esta hipocresía, y todo el mundo sabe que muchos marroquíes beben», admite, añadiendo algo de pesimismo: «Pero no lo creo en este momento. Eso es cómo trabajamos, bebemos y la policía hace la vista gorda, así funciona»
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