Bienvenido al extraño mundo de los Juegos Olímpicos de Tokio. El silencio dentro de las arenas gigantes y vacías proporciona una puntuación de fondo extraña, sin espectadores debido a las restricciones del gobierno. Al nadar, incluso en la distancia, se puede escuchar el sonido del agua salpicando por todos lados. De vez en cuando hay un pequeño aplauso, pero es difícil saber si provino de voluntarios o del ruido pseudo-multitud que a veces funciona.
Cuando Tokio presentó sus estadios al mundo, fue inimaginable. Construyeron naves espaciales, no estadios. Algunas, como las sedes de voleibol o hockey, son muy grandes y tienen carritos y bicicletas para llevar a los fanáticos desde los controles de seguridad hasta las puertas. Desde allí, los robots guiarían sus asientos. Hay salas para “mantener las emociones tranquilas y relajadas” y voluntarios que están dispuestos a ayudar “si empiezas a sentirte mal”.
Pero después de que la ciudad fue golpeada por la quinta ola de epidemias, los mejores planes tuvieron que verse comprometidos. Ahora, los ecos agudos de los jugadores y sus entrenadores resuenan en la arena. (Leer la historia completa)
Argentina y España se paran en el campo para leer sus himnos nacionales antes del torneo femenino de hockey sobre césped en los Juegos Olímpicos de Verano de 2020 (AB Photo / John Mincelo).