El pasado 4 de marzo, Francia se convirtió en el primer país en el mundo en blindar el aborto en su Constitución, en un histórico acontecimiento que contó con el respaldo de 780 votos a favor y solo 72 en contra por parte de diputados y senadores.

La medida, que garantiza la libertad para interrumpir voluntariamente el embarazo, ha tenido repercusión a nivel internacional en un momento en el que otros países están experimentando retrocesos en el derecho al aborto.

El presidente Macron y su gobierno han sido elogiados por impulsar esta reforma constitucional, aprovechando el oportunismo político y contando con el apoyo de colectivos feministas y partidos de izquierda. Sin embargo, a pesar de ser un avance significativo, la medida no soluciona por sí sola los problemas de acceso real al aborto en Francia.

El gobierno de Macron ha sido criticado por su falta de acciones concretas en materia de igualdad de género, lo que ha causado decepción en el movimiento feminista. A pesar de la votación del 4 de marzo, que se presenta como un logro aislado, se destaca la ausencia de un compromiso más amplio en temas de igualdad de género durante este mandato.

Este hito en la historia de Francia marca un avance en la protección de los derechos reproductivos de las mujeres, pero también pone de manifiesto la necesidad de seguir trabajando en la igualdad de género en todas sus dimensiones.