El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha planteado recientemente un dilema existencial para Europa en un discurso dirigido hacia los ciudadanos del continente. En este discurso, Sánchez ha destacado la importancia de una Europa unida y abierta, que mire hacia adelante sin nostalgia por los logros ya conseguidos.

Durante su intervención, el presidente ha identificado a la derecha tradicional como influida por la extrema derecha, y ha señalado que esta influencia puede ser letal para la democracia. Sánchez ha expuesto una batalla global entre la igualdad representada por el feminismo y el privilegio del sexismo, entre la justicia social y la desigualdad, entre el respeto por los derechos humanos y la barbarie de la guerra, y entre el respeto democrático y el insulto populista de los extremistas.

En relación a los retos que enfrenta Europa, Sánchez ha mencionado la tecnología, el cambio climático, la pandemia y los conflictos bélicos en Ucrania y Oriente Medio. Además, ha destacado que la desigualdad es una fuerza corrosiva contra la coexistencia y la paz, y ha defendido que la educación es la mejor inversión que una sociedad puede hacer.

El presidente ha insistido en que los socialistas deben transmitir un mensaje de esperanza, especialmente a la generación más joven, y ha subrayado que el estado del bienestar sigue siendo una herramienta efectiva para prevenir el retorno del fascismo. En este sentido, Sánchez ha expresado su apoyo al canciller alemán, Olaf Scholz, en las elecciones europeas del próximo año, donde considera que la unidad y los valores socialistas serán clave.

Por último, Sánchez ha recordado la figura de Jorge Semprún, ministro socialista en los años 80 y superviviente en el campo de Buchenwald, como un nexo de unión entre el socialismo de España y el de Alemania. En resumen, el presidente ha reivindicado los principios de la socialdemocracia ante un futuro complejo e incierto y las elecciones europeas de 2024.